100 años de la Electra Caldense. Capítulo I: El origen de la energía eléctrica en Caldes
Este año la Electra Caldense celebra su centenario, y para conmemorar el aniversario ha querido hacer un repaso de su historia. Así pues, en el Calderí haremos un artículo mensual sobre la trayectoria de la empresa eléctrica que ilumina Caldes desde 1917. Empezamos con los orígenes: la Electra Caldense se dedicó de forma casi exclusiva a Caldes de Montbui hasta 1990. El nacimiento de la empresa, en 1917, coincide con los primeros tiempos de la energía eléctrica en la villa termal, los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX.
Aunque la electricidad es un fenómeno conocido desde la Antigüedad, hasta bien entrado el siglo XIX no se desarrollaron sus principales aplicaciones. La primera fue el alumbrado eléctrico, que sustituyó las luces de petróleo y de gas mediante las máquinas electromagnéticas.
En Cataluña, el tipo de máquina electromagnética más popular fue la llamada Gramme, una máquina de vapor que movía un rotor, y la corriente continua resultante se utilizaba para producir luz con arcos voltaicos. En Caldes la primera está datada en 1879, cuando el industrial Jaume Ferrer y Cabanes se la hizo instalar para tener más iluminación en su fábrica de tejidos del Paseo del Remei, la más importante de la población. La invención de Edison en 1880 permitió transportar la corriente eléctrica a grandes distancias, desde el lugar donde se producía hasta los puntos de consumo. A partir de ese momento, la electricidad se convirtió en la principal fuente de energía de la Segunda Revolución Industrial y cambió las costumbres de toda la sociedad occidental.
Las redes eléctricas mejoraron primero el alumbrado público; luego, el de las fábricas, para favorecer el trabajo en turnos y la extensión de la jornada laboral a las horas nocturnas; y por último, el de las viviendas. A continuación ya se utilizó como fuerza motriz en la industria, sustituyendo al carbón y el petróleo. Inspirado en los Estados Unidos, Manuel Crusat, delegado en España de la sociedad suiza Alioth, propuso al Ayuntamiento construir una red para suministrar electricidad y alumbrado público en Caldes. Pocas semanas después, el consistorio recibió otra propuesta del ingeniero Jaume Prats y Casañas para distribuir electricidad también a las viviendas y las fábricas. La corporación municipal, que presidía José Serracant, convocó un concurso para la concesión del alumbrado público mediante electricidad.
Prats fue el único que se presentó al concurso y le otorgaron el servicio, que luego se traspasó a la empresa barcelonesa Electricista Catalana. La empresa concesionaria, sin embargo, no consiguió los terrenos adecuados para construir su fábrica y renunció a la concesión. En noviembre de 1902, respondiendo a nuevas solicitudes, el Ayuntamiento volvió a poner a subasta la construcción de la red de alumbrado público, que conllevaba también la construcción de una red de distribución de electricidad para industrias y viviendas.
A la subasta solo se presentó Alumbrado de Poblaciones, Gas y Electricidad, S.A. y ganó el servicio. A continuación, construyeron una central hidroeléctrica aprovechando el salto de agua del río Tenes en Sant Miquel del Fai, una central térmica junto a la central hidráulica, para hacer frente a los estiajes del Tenes, y una línea de alta tensión que distribuía la electricidad producida a diferentes poblaciones, tanto para el alumbrado público como para los usuarios privados de Sant Feliu de Codines, Caldes, Sentmenat y Castellar del Vallès.
Sin embargo, la central de Sant Miquel del Fai no tenía suficiente producción para abastecer la demanda de todas las poblaciones conectadas. El contrato para el suministro eléctrico a particulares preveía que el destino de la electricidad fuera solo para alumbrado, y que solo habría servicio durante unas horas de la noche. Estas condiciones precarias, que muchas veces ni siquiera se llegaban a cumplir y afectaban a todos los usuarios, pero sobre todo al desarrollo de las industrias, hicieron crecer el descontento con el servicio.
En enero de 1905, los consumidores se reunieron en el Ayuntamiento para pedir un mejor servicio al Ayuntamiento. Como en el caso de los usuarios particulares, las quejas del consistorio a Alumbrado de Poblaciones por el mal servicio eléctrico fueron constantes a lo largo de los quince años que duró la concesión del alumbrado público. En octubre de 1912, aunque la empresa intentó aumentar la capacidad de producción de energía eléctrica instalando una central térmica en Castellar, la corporación municipal ya pensaba a rescindir el contrato.
La compañía Energía Eléctrica de Cataluña, S.A., una de las mayores empresas eléctricas catalanas de la época, empezó a construir la nueva red de distribución en marzo de 1913. Años más tarde, Alumbrado de Poblaciones fue precisamente adquirida por Energía Eléctrica, y de esta forma en 1920 aquellas primeras redes eléctricas de Caldes pasaron a ser propiedad de esta empresa. El Ayuntamiento solicitó y obtuvo del gobernador civil quedar exento de convocar una nueva subasta para contratar el servicio de alumbrado público. Su idea era adquirir la red de esta empresa y prestar directamente el servicio desde el Ayuntamiento, o bien que una nueva empresa, calderina, se encargara de ello.
En el próximo capítulo descubriremos la fundación de la Electra y sus primeros pasos para el desarrollo económico y social fruto a través de los avances en energía eléctrica a Caldes. El mes que viene conoceremos el primer consejo de administración, formado por Ginés Díaz, Avel·lí Xalabarder, Francesc Monserrat, Francesc Torras y Olegario Godó, los primeros accionistas, así como la primera crisis que tuvieron que superar en 1930.
Autora: Marta Puigdueta Revetlle
Publicado en: Calderí
Fecha: 4/4/2017
Investigación: Joan Villanueva Dachs